13 nov 2017

CADENA DE FAVORES


Hace unos días quería pedir una pizza a domicilio. Siempre intento pedir de diferentes restaurantes, para probar cosas diferentes. En esta ocasión elegí Deluchi, Pizza por metro. Marqué el número que encontré en internet. Hice mi pedido, di mis datos y mi dirección. El señor al otro lado de la línea me preguntó cuántos celadores estaban en ese momento en mi edificio. Me sorprendió la pregunta, igual respondí rápidamente que dos. Pero inmediatamente me entró la duda y le pregunté ¿por qué era relevante ese dato? Y me respondió que por esos días tenían una campaña “por el bienestar de los demás” y que por cada domicilio le llegaría al celador un pedido de pizza completamente gratis. Pero que me hacían la pregunta porque no querían llegar con una pizza personal y que fueran dos o más celadores y uno se quedara sin comer. Me sorprendió gratamente ese gesto.

A los 30 minutos me bajé a la recepción a esperar el domicilio, porque no me quería perder la entrega de la pizza. Tal vez con la duda que nos caracteriza, quería comprobar que fuera cierto. El domiciliario llegó. Saludo al celador e inmediatamente preguntó por mi apartamento. El celador me dijo – señorita le llegó su domicilio de pizza. Me acerque, recibí la pizza, pague y ahí mismo, el señor domiciliario le entregó dos pizzas personales a los celadores. La cara de sorprendidos de ellos fue increíble. Me dieron las gracias a mi, pero les aclaré que no tenía nada que ver con eso, solo tuve la casualidad de pedir a ese lugar, cosa que seguiré haciendo. Que una empresa tenga un detalle tan bonito como esto, se merece que le vaya muy bien.
Los que vivimos en edificios sabemos que cuando se cocina un poco de más o algo sobra por así decirlo, uno ahí sí tiene en cuenta a los celadores para no desperdiciar comida y les baja su plato, cuando sería un bonito gesto un día hacerles también a ellos y bajarles. O un día así como pedimos un domicilio para nosotros, tenerlos en cuenta a ellos.
Creo que con tantas cosas malas que ocurren en el mundo, con el diario vivir, el trabajo, el afán, a veces solo pensamos únicamente en nosotros y perdemos la capacidad de sorprendernos y de sorprender. Cuando podríamos hacer cosas tan sencillas para cambiarle el día a alguien.
Podríamos por ejemplo cuando estemos haciendo cola en un Juan Valdez, un Starbucks, un Tostao dejar pago un café para la persona que esté detrás de nosotros en la cola. Y ver que se sorprenda cuando sepa que un extraño lo invitó. O tal vez en el transporte público pagarle el pasaje a alguien. Como una cadena de favores: haz lo mismo con alguien.
Tanto que dicen año tras año, que el mundo se va a acabar, un día será cierto y tal vez ni nos demos cuenta cuando eso ocurra. Por este lado del mundo la fuerza de la naturaleza, por otro lado la furia del terrorismo, lo único que esto nos deja es caer en cuenta que el día es hoy.
No esperar hacer grandes obras y esperar una serie de circunstancias para poder llevarlo a cabo, cuando podemos hacer cosas en el día a día. La vida no es fácil para nadie. Todos tenemos problemas o situaciones que nos gustaría que fueran diferentes, pero tal vez el quid del asunto está en hacer algo por alguien.