7 ene 2019

CUIDAR


Los primeros días de diciembre mi hermana me regaló una Poinsettia, la planta de navidad. Había escuchado que esa matica solo se daba en esta época, pero más que nada por tradición, ya que puede florecer todos los días del año. Recordé que mi mamá un diciembre tuvo una y le duró hasta agosto del siguiente año.

Decidida a que esta mata me durara todo el nuevo año, busqué en internet cómo cuidarla. Debía regarla cada 8 días. Ponerla en un lugar donde le diera la luz del día pero no el sol directamente, entre otros cuidados. Todos los días la saludaba y le agradecía su presencia en mi casa. La matica creció rápidamente, dio muchas flores y yo estaba encantada.

El 2 de enero comenzaron sus hojas a ponerse amarillas. Cada día aparecían sobre la mesa algunas hojas secas. Volví a buscar en internet qué hacer en ese caso para salvar la matica. Hice todo lo que decía, pero nada parecía funcionar. Llegó el momento de aceptar que la matica está terminando su ciclo de vida. Ya solo tiene una hojita roja y las dos que le quedaban verdes, se están poniendo amarillas.

Cuando no se puede curar, se puede acompañar hasta el final. Así que todos estos días continúo hablándole, le sigo agradeciendo su presencia y lo feliz que me hizo todo el mes de diciembre, que celebré con emoción cada que le salía una hojita y aun la sigo regando y lo seguiré haciendo hasta que caiga su última hojita.

Lo mismo pasa con la vida. Quienes hemos tenido seres queridos que han sufrido enfermedades difíciles y cuando su final es inevitable, la compañía y el cuidado es lo que siempre debe prevalecer.

Alguna vez escuché a alguien decir: “Curar a veces, aliviar a menudo, acompañar siempre”. ¡Qué frase tan linda! y si uno la lee con el corazón, se da cuenta que esa frase no solo aplica para las enfermedades ni problemas de salud sino que aplica para todas las relaciones humanas. Siempre se puede hacer algo por alguien.