Un muchacho de 17 años estaba enamorado de su compañera de colegio, pero nunca hizo nada. No encontró valor para acercarse. Todo ese enamoramiento y esa incapacidad de dar un paso y vencer el miedo, al pasar los años fue convirtiéndose en rencor. El día de la graduación, todo el curso estaba firmando los anuarios de todos. Él escribió unas frases irónicas, entre graciosas y ofensivas en el anuario de ella. Algunos minutos después él ve su anuario y ella le había escrito: “Solo quiero decirte dos cosas: Tu corte de pelo cuando estábamos en 9no fue realmente espantoso. Y qué lástima que jamás me invitaste a salir”. Cuando lee esto, comienza a buscarla entre la multitud de estudiantes que celebraban alegremente el fin de curso. Por fin la ubica con la mirada y la ve sentada en un rincón leyendo su anuario con sus ojos llenos de lágrimas. Sus miradas se encuentran. Ella se seca las lágrimas y se va. Él jamás la vuelve a ver.
45 años después él, de 62 años, médico de profesión, está sentado en la sala de quimioterapia de la Clínica, la cual solía dirigir. Y comienza a pensar en ella. Pide un Uber. Después de visitar a varios amigos del colegio, preguntando si alguien sabe algo de ella, la logra ubicar. Solo que está a 11 horas de distancia. Le cuenta la historia a la conductora de Uber y ella sin poner reparo alguno, arranca.
Llegan a la casa de ella muy temprano. Se baja del carro, un poco mareado por el viaje y la enfermedad. Toma aire y toca la puerta. Ella abre. Los años han pasado… Ella vacila los primeros segundos, tratando de recordar quién es. Él la saluda por el nombre y ella se aventura también, aunque un poco dudosa.
Él le pide que si pueden hablar unos minutos. Ella lo hace pasar y le ofrece un té. Después de algunos segundos de silencio él le dice, que si recuerda lo que ella le escribió en el anuario a él. Ella trata de recordar, sonríe y dice “…algo acerca de tu corte de pelo en 9no grado”. Y él dice, “Yo quiero ofrecerte disculpas por lo que escribí en tu anuario, no era lo que sentía ni era lo que pensaba”. Ella, lo mira fijamente y con una sonrisa, dice “disculpas aceptadas”. Se despiden y se van. Tan pronto ella cierra la puerta, se va al cuarto de estudio a buscar el anuario y lo abre y encuentra lo que él le había escrito, que ella misma había tachado. Se había querido quedar con lo bueno y por eso tachó tan pronto leyó hace 45 años lo que él había escrito y por eso no lo recordaba.
Esta historia es de una serie “The Good Doctor”, que la dan en Amazon Prime. Me repetí varias veces estas escenas, porque todos en algún momento de la vida hemos hecho sentir mal a alguien o nos han hecho sentir mal y siempre tenemos opciones: Repararlo cuando somos quien hacemos el daño, no importa cuánto tiempo haya pasado. Y tal vez dejarlo pasar, olvidarlo y no dejar que nos afecte cuando lo hemos recibido.
Como dice una frase que me encanta que cada cierto tiempo me la encuentro por ahí “Hay quienes aman mal, por el mal que han recibido. Y hay quienes aman bien, por el mal que han recibido. Cada quién hace lo que quiere con lo que recibe”.
A la mañana siguiente este hombre se dirige de nuevo a la Clínica a buscar a su Oncóloga y amiga, quien lo está tratando en la enfermedad y con quien se ha portado muy mal los 11 meses que lleva siendo su paciente. Ha sido el peor, se ha quejado, ha dudado del tratamiento que ella sugería, ha sido displicente, entre otras cosas que poco a poco han dificultado la relación de amistad y de médico/paciente. Después de leer examenes y tener la grata noticia que el tratamiento está dando resultado, él le entrega una caja con una bola de Béisbol.
-Gracias, pero a mi no me gusta el béisbol. Dice la oncóloga.
-A mi si. Dice él
-Y ¿me vas a regalar algo que te guste a ti?
-Atrapé esa bola en tercera base cuando cumplí 13 años. Mi padre se sorprendió de que la atrapara. Después del juego, salimos del estadio, yo era un niño tímido pero, mi padre me acompañó a pedirle a mis jugadores favoritos que me la firmaran. Si sucediera hoy día, estaría todo en video… Pero, lo único que tengo para recordar ese día increíble es esa bola. Y solo quería que tuvieras algo que fuera importante para mi.
A ambos se les llenan sus ojos de lágrimas.
Ella pregunta -Hace 11 meses ¿pensarías en darle a alguien este regalo? Él rompe en llanto y se va.
A todos nos cambian las situaciones que vivimos. Sea una enfermedad, soledad, crisis, separación, desilusión, etc. Todas las cosas por las que pasamos tiene algo detrás que hace que estemos en constante evolución. No somos los mismos que hace un año. Cada situación por la que pasamos nos cambia. Todos tenemos la oportunidad de reparar, de mejorar. Como la frase de hace algunos párrafos:
Cada quién hace lo que quiere con lo que recibe