14 jul 2022

HACER FELIZ


Hace un par de días fui a Homecenter de la 153 con 9na a comprar algunas cosas que necesitaba. Ahí hay dos escaleras eléctricas para ir al segundo piso, una de subida al lado de la de bajada.  Cuando me subí vi en la parte de arriba que venía bajando una pareja joven abrazados, riéndose a carcajadas y aunque tenían tapabocas estaban dándose besos todos felices. Esas escaleras son un poco lentas pero me permitió ver esa escena que no pasaba desapercibida para nadie, pues notaba que toda la gente los miraba con agrado, es bonito ver a la gente feliz… Él la tenía abrazada de la cintura, ella le pasaba sus manos por sus hombros, se notaba que hablaban y cuando ya nos íbamos a cruzar escuché que ella le dijo entre risas “
tú me haces muy feliz” y él le hizo una mirada tierna y comenzó a hacerle cosquillas y ella no hacía más que reír. La escena era linda.    

Yo seguí haciendo mis compras pero con un sentimiento de alegría por haberlos visto y me quedó sonando esa frase “Tu me haces muy feliz”.  Aparte de que me pareció lindo decirle a alguien eso y de la manera en que se lo decía, tan genuino, sonriendo con los ojos en medio de risas y alegría, comencé a pensar en él, en lo emocionado que se debió sentir al escuchar esas palabras.  Qué lindo es ser alguien que le haga pasar instantes felices a otra persona y que bonito es ser una persona que alguien quiera tener en su vida.  

Hay algo más que comencé a cuestionarme a raíz de esto, como siempre que veo escenas lindas, siempre lo veo desde mi propio ser y es si soy una persona que otros quisieran tener en su vida, ¿Yo hago feliz a los que me rodean?  Es decir, ¿si yo conociera a Andrea Villate, me gustaría que fuera amiga mía, me gustaría tenerla en mi vida? Laboralmente, ¿me gustaría tener en mi equipo de trabajo una persona como yo? ¿Soy la hermana que quisiera tener alguien? ¿Si yo me tuviera de vecina, sería fácil convivir conmigo? Como pareja y así en todos los aspectos de la vida… Entonces ahí comienza un ejercicio divertido, profundo y en momentos un tanto doloroso, revisando los comportamientos personales y si uno trae luz a la vida de alguien o por el contrario trae oscuridad. 

Debo reconocer que en algunos momentos del pasado, por mis propias frustraciones o decepciones se que fue difícil convivir conmigo, pero el amor de familia y amigos que entienden los procesos, se mantuvieron al lado. Eso también es bonito de estos ejercicios y es que a pesar de todo, siempre hay algo porqué agradecer, como por ejemplo, por la paciencia y el amor de quienes estuvieron ahí.  

Es interesante hacer ese balance más que nada en tiempo presente para ir puliendo cositas y hacer felices a otros con nuestra actitud, nuestra amistad, nuestro trabajo o nuestro amor. Que bonito que alguien te diga “Tu me haces muy feliz”. 

Si alguien los hace felices, díganselo! Y espero que también lo escuchen y se emocionen como aquella pareja que me encontré una tarde de noviembre.