14 ene 2021

HILO ROJO

 


Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias” Eso dice la leyenda oriental sobre el destino y la gente que se cruza en nuestro camino y aunque siempre unen este hilo con temas amorosos, estoy segura que este hilo es también para todos los vínculos que tenemos con personas que son importantes para nuestra vida.   

Hace 29 años entre ensayos, boleros y castañuelas, mi familia y yo vimos crecer a La Tuna de la Universidad de América, liderada por Camilo Reyes.  En nuestra casa fueron sus inicios, ya que mi hermana Angélica era integrante de la Tuna y siempre las puertas de la casa de la familia Villate Gaitán estaban abiertas para recibirlos. Sus ensayos durante aquellos años dieron mucha alegría a nuestra casa. Era la época del “apagón” o “la hora Gaviria” y ellos llenaban de luz la casa con sus canciones.  Guardamos en el corazón todos esos gratos momentos y todo su incondicional apoyo en el momento más difícil de nuestra vida cuando perdimos a nuestro papá.  

Al pasar el tiempo muchos de los integrantes de la Tuna de esa época, incluyendo mi hermana, siguieron su camino profesional y dieron paso a nuevas voces, a nuevas generaciones de estudiantes que iban llegando a la universidad.   Después de muchos años La Tuna nos volvió a acompañar celebrando los 70 años de nuestra mamá, su último cumpleaños, con una serenata hermosa, llena de música y alegría.  

Pasaron los años y hace unas semanas su director, tuvo una maravillosa idea: Reunirlos a todos quienes fueron parte del inicio de la tuna en 1991.   Algunos fue fácil encontrarlos, otros no mucho, pero lo lograron.  La semana pasada se reunieron por Internet y grabaron un video desde sus casas.  Al verlos llegaron miles de recuerdos bonitos a nuestra memoria. Cada cara era un recuerdo.  Y una vez más, compruebo que es verdad aquella leyenda oriental del hilo rojo del destino. Las personas destinadas a compartir ciertos momentos tienen un hilo rojo atado en sus dedos. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado, a pesar del tiempo y la distancia. No importa el tiempo que pase sin verse, ni siquiera importa si vives en la otra punta del mundo: el hilo se estira hasta el infinito pero nunca se rompe. Los momentos compartidos son ese lazo que nos une y que jamás desaparece.  Esa es la vida y así es como funciona.  Cuando uno quiere volver a reunirse con alguien, siempre encontrará la forma y el destino guiará el camino. 

Una amiga muy cercana tenía un amigo muy especial, por cosas de la vida, tuvieron un malentendido y se dejaron de hablar y aunque él la buscó ella jamás quiso volver a saber nada de él y jamás lo perdonó. Hace unos días, por la situación actual que estamos viviendo que renueva corazones, ella vio con otros ojos la situación del pasado y pensó que al final no había sido tan grave lo que había sucedido entre ambos y decidió después de 12 años, llamarlo para saber cómo iba su vida. Cuando él le contestó se puso muy feliz con su llamada. Ella me cuenta que al volver a hablar, fue como si no hubieran pasado 12 años, como si el cariño estuviera intacto.  Y es que eso pasa con el verdadero vínculo de amistad. 

Creo que en la vida algunas personas son estaciones y otras caminos.  Estaciones son aquellas con las que pasamos buenos momentos y al pasar el tiempo se bajan del tren o nos bajamos nosotros y seguimos nuestro camino y ellos el suyo. Y las que son camino, son aquellas que nos acompañan siempre, independiente del camino que elijas, de las dificultades, del tren que te subas o dejes pasar. Como decía alguna vez Jorge Luis Borges: la amistad no necesita frecuencia, el amor si.  Hay personas que nos pueden acompañar en el camino de lejos y cuando nos volvemos a encontrar es como si el tiempo no hubiera pasado, porque el hilo es fuerte que aguanta el paso del tiempo y la distancia. 

En esta época que tenemos más tiempo para nosotros, para pensar, para ver las cosas con más calma y tal vez ver la vida con la impermanencia que se presenta, sería una buena oportunidad para hacer esa llamada, escribirle a esa persona que fue importante para nosotros hace 20, 15 o 10 años…

Y quiero dejarles una pregunta: ¿Con quién del pasado,  les gustaría reunirse nuevamente?