Hace unos cuantos meses el profesor Marcelo Serres, licenciado en enfermería del Instituto AIEP de Talca en Chile les hizo un examen a sus alumnos, futuros técnicos en enfermería. La prueba era de un módulo que se llama médico quirúrgico, donde los estudiantes aprenden parte de las técnicas y procedimientos con jeringas y otros elementos. La última pregunta del examen sorprendió a los alumnos:
Usted ha llegado a esta instancia de la carrera y por lo tanto sus conocimientos son muchos, los que van directamente en beneficio de nuestros usuarios en su futuro profesional. Sin embargo usted no puede olvidar las dimensiones tanto físicas como psicológicas y espirituales del ser humano. Una nota es solo un número, no es un conocimiento. Una nota no define quién es usted y lo poco o mucho que sabe. Pero un saludo, una sonrisa y su forma de ser si lo definen.
Recuerde que un título no se sostiene con clavos en la pared, se sostiene con respeto, sabiduría, pero lo más importante con humildad y humanidad:
Mencione a 3 señoras auxiliares de servicio de nuestra sede (2 puntos cada una)
Sra. _________________
Sra. _________________
Sra. _________________
El profesor fue entrevistado por varios medios de comunicación en Chile y aseguró que muchos de sus alumnos se sorprendieron con la pregunta, a otros les hizo reflexionar y otros se molestaron.
El profesor mencionaba que su intención era que los estudiantes entendieran la importancia de las personas y no de las cosas. Y en una de las entrevistas argumentaba “Si elegimos ponernos bata blanca que sea con esa responsabilidad. Muchas veces la realidad nos lleva a cosificar a las personas, es más, es muy frecuente que se diga ‘la mujer de la cesárea’, ‘la señora de la cama ocho’. Un nombre no solo muestra respeto, sino una preocupación diferente”.
Y es que a veces el trato está subestimado. Se lucha por obtener cosas, por crecer profesionalmente, llenarse de títulos, por conseguir un nivel financiero alto y un reconocimiento, pero no se inicia por lo básico y realmente importante, que es el trato hacia los demás.
Uno pensaría que a estas alturas de la vida la gente no se cree más que otro por tener un buen cargo, por tener un carro lujoso, por un conocimiento, por estar en una empresa, por un título pero, la verdad es que nos creemos superiores por algo que en realidad no existe. La vida cambia en un segundo y si lo único de valor que podemos ofrecer a otros son cosas materiales, el día que no las tengamos entonces no somos nada, porque al final no hemos construido nada que valga la pena. Y lo verdaderamente importante y que define quiénes somos es precisamente el trato hacia los demás.
Cuando uno sabe el nombre de las personas con las que convive a diario, como los celadores del edificio, las señoras que nos sirven amablemente el tinto en las reuniones, quienes trabajan arreglando las áreas comunes de las oficinas o de nuestra casa, el señor de la tienda donde compramos habitualmente, el señor de siempre que cuida los carros afuera de la oficina, al señor al que le compramos aguacates, entre muchos otros, se crea un vínculo importante donde nos reconocemos mutuamente como seres humanos iguales.
Y el trato, el buen trato juega un papel supremamente importante. Todos en algún momento tenemos situaciones de estrés, pero no por eso podemos tratar mal a otras personas, gritarlas, hablarles golpeado. El don de gentes se conoce en la cotidianidad de la vida.
Los invito a que respondamos este examen aplicándolo en diferentes áreas de nuestra vida.
“Recuerde que un título no se sostiene con clavos en la pared. Se sostiene con respeto, con sabiduría, pero lo más importante con humildad y humanidad”